Qué dolor de cabeza, por favor. Nunca más voy a repetir esa mezcla de anoche.
Mi estómago me recuerda al gruñido de un león moribundo, como los del Zoológico.
Algo tengo que tener en la heladera, no puede ser. A ver: una leche —vencida seguro. Hummm… Sí: vencida, nomás—. Una manzana. Un yogur —¿qué hace un yogur en mi heladera? Mi vieja, seguro—. Una zanahoria machucada… Uf, el sanguijuela de mi hermano ayer se liquidó todo, qué hijo de puta. Ya va a ver, el gordo moflete ese, y la puta que lo parió. Por culpa de él, chau andar de entrecasa: voy a tener que ir al chino, nomás.
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